Los archivos a travès de de la ética feminista del cuidado : herramienta de análisis crítico y postura de investigación para reconstruir otra historia de la arquitectura

Cada vez son más numerosos y esenciales las estudios feministas que revalorizan las historias y trabajos de mujeres arquitectas, para proponer nuevos relatos sobre la historia de la arquitectura, donde los archivos desempeñan un papel central. En esta comunicación, propongo una bifurcación. Me gustaría hablar no sobre los archivos de mujeres arquitectas,
sino sobre cómo una lectura de género de los archivos de un proyecto modernista belga - realizado por hombres- me llevó a utilizar la ética feminista del cuidado como herramienta de análisis crítico y como postura de investigación para tratar estos archivos. Con esto, pretendo
ofrecer una reinterpretación de la historia y evolución de un gran complejo modernista belga de vivienda social.
El conjunto residencial Droixhe fue construido en Lieja en los años 50 por el grupo EGAU, compuesto por tres arquitectos y urbanistas. Inspirado en los conceptos del CIAM, este complejo ofrece cerca de 2000 viviendas sociales y diversas instalaciones en un amplio espacio verde. Desde las viviendas hasta los equipamientos, el enfoque se centra en las tareas domésticas, los niños, las personas mayores y las personas más vulnerables, lo que supera la
visión higienista modernista de la época para facilitar la vida cotidiana de los habitantes de Droixhe. Sin embargo, estos espacios desaparecieron en gran medida durante las transformaciones del barrio. A finales de los años 70, las normas de accesibilidad a las viviendas sociales se endurecieron y se produjo un cambio de población. Como resultado, este barrio modelo se convirtió en un barrio estigmatizado y marginado. A partir de los años 90, el
objetivo principal ha sido reducir la densidad del barrio a través de importantes demoliciones, en lugar de renovaciones, debido a su menor costo. Aunque actualmente se están llevando a cabo renovaciones y nuevas construcciones en el barrio, el proyecto social original y sus habitantes parecen haber sido olvidados e incluso borrados.
La ética feminista del cuidado fue desarrollada en los años 70 por diversas investigadoras en disciplinas variadas como herramienta crítica. Sin embargo, sigue siendo muy poco desarrollada en el ámbito de la arquitectura y el urbanismo. Para esta investigación, la ética del cuidado ofrece, por un lado, nuevas "gafas", nuevas claves de lectura, en continuidad con los estudios de género y complementarias a los estudios históricos. Así propone otras formas de narrar, atentas a lo ordinario, a lo cotidiano y a las situaciones particulares, a menudo invisibilizadas. En los archivos (planos arquitectónicos, fotos e informes), se revelan dispositivos espaciales atentos a la vida cotidiana y al cuidado, desde la elección de materiales duraderos y fáciles de mantener, hasta los numerosos equipamientos del barrio. Este análisis revela una facilitación del trabajo reproductivo, una valoración de los trabajos de cuidado y una atención a la proximidad y al cotidiano de los habitantes del barrio, pero también muestra ambivalencias y límites difusos. Esta lectura permite tanto revelar el lugar del cuidado en este gran conjunto, como criticarlo, cuestionarlo y observar los cambios que se producen pasando del curar al cuidar (o viceversa).
Por otra parte, la ética del cuidado es utilizada como postura de investigación. A pesar de la riqueza de estas archivos, han recibido poco atención, aún no han sido catalogadas, a menudo están desorganizadas e incompletas. Por ello, se han visitado diferentes centros de archivos
para recopilar los documentos necesarios para comprender mejor la filosofía de este proyecto. Luego, los archivos de un equipamiento especial en Droixhe (el centro médico familiar) fueron literalmente rescatados de la basura, organizados y entregados al centro de archivos de arquitectura de la Universidad de Lieja para no perder las últimas huellas de este
edificio que fue demolido en 2020. Tomarse el tiempo para clasificar, listar, organizar, mantener y preservar estos archivos era importante y una responsabilidad que se debía asumir.
Dedicar tiempo a los archivos de Droixhe me permitió trazar la evolución de este complejo y revelar una pérdida de cuidado a lo largo de sus transformaciones. De un modo más global, nos permite preguntarnos cómo vamos a construir nuestras ciudades mañana, y qué importancia van a dar al cuidado. Cuestionar los archivos arquitectónicos a través de la lente
de la ética feminista del cuidado permite así una lectura más inclusiva e interseccional de la historia de la arquitectura (incluso cuando ha sido hecha por hombres), donde el género y otras vulnerabilidades no pueden separarse, sino que son mutuamente constitutivas. Esto abre perspectivas para una ciudad cuidadora, más feminista, más igualitaria, más respetuosa
de lo existente y de sus habitantes.