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Abstract :
[es] Si un gran número de ficciones literarias manifiestan una evidente admiración por el saber médico y el conjunto de las figuras que lo encarnan (médico de cabecera, médico especialista, practicante de medicina alternativa, enfermero), algunos escritores se muestran severos, escépticos incluso, al respecto. Es el caso, entre otros, de Mario Bellatin, que ofrece en varias de sus novelas y nouvelles autoficticias una mirada crítica respecto a la medicina.
La mayoría de los personajes de Bellatin están enfermos y/o tienen una discapacidad de orden físico o mental. El personaje que se fabula el autor no es una excepción; en sus autoficciones, Bellatin se atribuye casi invariablemente un estado de salud precario. Raras veces, sin embargo, las alteraciones que sufre reciben una denominación exacta y un tratamiento adecuado. Al contrario, los médicos que lo atienden son torpes e ineficientes. Sea cual sea la medicina que practican, éstos fallan en sus intentos de prevenir, diagnosticar, aliviar, curar. Peor aún, sus intervenciones suelen empeorar la situación inicial, en lugar de mejorarla. Sus medicinas provocan alucinaciones y deformaciones, sus prótesis atrofian, sus cirugías fracasan y llevan a otras cirugías fracasadas, que conducen a su vez a amputaciones completas.
El siglo veinte ha mostrado un profundo escepticismo acerca de las nociones de verdad y de objetividad. Esta puesta en cuestión explica, según Manuel Alberca (2007), el descrédito proyectado desde entonces sobre la autobiografía y el éxito creciente de lo que se presenta como su alternativa más honesta –dado que renuncia a toda pretensión de sinceridad absoluta–, la autoficción. La autoficción presupone que el hombre es imperfecto, que es incapaz de conocer (observar, contar, explicar) lo que sea, incluso uno mismo, sin sistemáticamente inventar. Los narradores-protagonistas de Bellatin son explícitos sobre el particular. Por consiguiente, no es sorprendente encontrar en varios de sus relatos autoficticios una relativización de las capacidades del médico, cuyas teorías conforman la visión moderna del cuerpo, aunque no sean su realidad objetiva. Bellatin difumina la frontera que separa la medicina de la ficción, la ciencia de la literatura: bajo su pluma los conocimientos racionales de los médicos se vuelven tan arbitrarios e inverosímiles como la trama imaginaria en la que están involucrados.
Las autoficciones que analizamos son las siguientes: “La verdadera enfermedad de la sheika” (2007), Disecado (2011), El libro uruguayo de los muertos (2012) y “En el ropero del señor Bernard falta el traje que más detesta” (2013).