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Abstract :
[es] El realismo social español ha sido normalmente interpretado, por la crítica literaria dominante, como un arma de denuncia ante el retraso que padecía España durante la primera posguerra –un retraso que condenaba a su población al hambre, a la miseria y a la pobreza– y que, una vez se supera el retraso con la puesta en marcha del Plan de Estabilización económica, que pone fin al fallido sistema autárquico, y la economía se desarrolla según las pautas del bloque capitalista occidental, la estética del realismo social y socialista pierde su razón de ser. Entonces, dirá la crítica, se produce su tan cacareado «agotamiento». Sin embargo, esta interpretación no resiste al menor análisis y una lectura atenta de La mina de Armando López Salinas nos permite observar que si bien es cierto que Armando López Salinas atiende a la miseria que asola la España de posguerra, sobre todo en las zonas rurales y tradicionalmente más desfavorecidas, cuyo retraso se debe en parte a la falta de una profunda reforma agraria que delimite los privilegios de los amos sobre la explotación de la tierra, no es menos cierto que La mina pone el foco en las nuevas relaciones de explotación que sufre una nueva clase obrera en las nuevas condiciones sociales que son propias del nuevo capitalismo que surge de las políticas «desarrollistas» de un franquismo que aplica las recetas económicas de la OCDE y el FMI. Los protagonistas de La mina, por lo tanto, son víctimas tempranas del moderno capitalismo que se consolida con el Plan de Estabilización del año 1959.
Un análisis riguroso de La mina, en el que no intervengan los prejuicios que han acompañado a la crítica hacia lo social en la literatura, nos permite observar cómo el denominado «milagro económico» español –en estricto: la acumulación del capital y el desarrollo de las fuerzas productivas capitalistas– sólo fue posible por medio de la explotación de esa nueva clase obrera que, huyendo de la miseria de los campos, se incorporó al sector secundario o industrial vendiendo su fuerza de trabajo a un muy bajo precio. El valor de la fuerza de trabajo descendía al ritmo que la emigración interna ofrecía al capital un ejército de reserva que se acumulaba en las puertas de las fábricas. La explotación de esta nueva clase obrera, que a veces terminó pagando su derecho al trabajo con la muerte, es la que nos ofrece La mina de Armando López Salinas.